Que nuestro humor mejore cuando salen los primeros rayos de sol no es una mera casualidad. El verano es una de las terapias más efectivas, fáciles y baratas para mejorar nuestro bienestar mental y físico. ¿Cuáles son los motivos por los que esta época es tan beneficiosa para nuestra salud? ¡Hoy te lo explicamos!

Los meses estivales son el período en el que acostumbramos fijar nuestras semanas de vacaciones. Esta es una de las principales y razones más obvias por las que es tan bueno para nosotros. Son unos días o semanas en las que podemos darnos el lujo de desconectar de lo que nos estresa o preocupa, así como recargar pilas con mayor facilidad.

Por otro lado, hay más horas de luz y, esto, influye en la segregación de serotonina, la famosa hormona de la felicidad y responsable de nuestro buen humor. De este modo, durante el día los niveles de este neurotransmisor aumentan, lo que hace que estemos despiertos, alegres y concentrados. 

Los rayos de sol sobre nuestro cuerpo son sinónimo de vitamina D, que es esencial para la absorción de calcio y fósforo en los huesos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que tomar el sol, de 5 a 15 minutos, en brazos, cara y manos, de dos a tres veces por semana, es suficiente para tener unos niveles de vitamina D óptimos. Eso sí, no nos podemos olvidar de la crema solar para proteger nuestra piel de quemaduras o lesiones. 

Aunque el sudor es una de las consecuencias que menos nos gusta del calor de verano, también es beneficioso para nuestra salud, ya que previene infecciones. Libera a nuestro organismo de toxinas, mantiene la piel libre de bacterias y hongos y también se le atribuye la mejora de la circulación.

De otro lado, aunque parezca que no existe relación, ese cambio de dieta casi inconsciente que se produce en verano también afecta a nuestro estado anímico. Durante el invierno tendemos a consumir platos más grasosos y con mayor valor calórico, lo que puede caer pesado para nuestros estómagos, hacernos estar malhumorados e incluso más cansados. Sin embargo, durante la época estival consumimos más alimentos frescos y fríos como ensaladas o frutas lo que, en general, implica una digestión más ligera.

El deporte es otra de las consecuencias del verano. Que haga buen tiempo nos impulsa a realizar más actividades al aire libre, con la natación como ganadora. De hecho, darse un buen chapuzón en la playa puede ayudar a sanar lesiones, tonificar el cuerpo, desarrollar la resistencia cardiopulmonar, aliviar el dolor de espalda e incluso facilitar la circulación sanguínea.

En definitiva, el verano reúne una serie de requisitos que hacen de él, el período perfecto para cuidar de nuestra salud y bienestar.

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