Marzo y la primavera no solo son sinónimo de las primeras flores, buen tiempo y planes al aire libre. También son sinónimo de volver a disfrutar de las aguas termales de nuestro balneario. Y, ¿qué mejor momento para recordarte todos los beneficios que tiene darse un buen chapuzón en ellas?

El primer beneficio y, quizás, el más obvio de ellos, es la relajación muscular que aportan las aguas termales. El calor del agua caliente ayuda a relajar los músculos aliviando la tensión y, además, reduciendo el dolor muscular. Además de este alivio físico, también podremos gozar de relajación mental. Sumergirse en aguas termales contribuirá a reducir el estrés y la ansiedad, promoviendo una sensación general de calma y bienestar y, por supuesto un sueño más profundo y reparador.

Por otro lado, el calor dilatará los vasos sanguíneos, lo que mejora la circulación e incluso puede ayudar a reducir la presión arterial. Asimismo, sumándole la flotación, las aguas termales proporcionarán alivio a aquellos usuarios o usuarias que sufran de artritis u otras condiciones que afectan a las articulación.

Que existan cosméticos para nuestro rostro con agua termal entre sus ingredientes, ya nos da una pista de sus beneficios sobre nuestra piel. Dependiendo del agua termal de la que se trate será rica en unos u otros minerales como pueden ser el azufre, silicio, sodio u otros, que pueden ayudar a limpiar la piel y eliminar toxinas, promoviendo una apariencia más saludable. Por otro lado, el agua termal podría promover la recuperación de heridas y lesiones cutáneas.

El vapor de las aguas termales puede ayudar a aliviar los síntomas de problemas respiratorios como el asma, la bronquitis o los resfriados, abriendo las vías respiratorias y facilitando la respiración. Además, algunos estudios sugieren que el uso regular de aguas termales puede estimular el sistema inmune, ayudando al cuerpo a combatir infecciones y enfermedades.

Eso sí, es importante tener en cuenta que los beneficios específicos pueden variar según la composición química y la temperatura del agua termal, así como la salud y las necesidades individuales de cada persona. Siempre será recomendable consultar con un médico antes de comenzar a disfrutar de las termales, especialmente si se tienen condiciones médicas preexistentes.

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