Las aguas termales nos cuidan por dentro y por fuera. Entre otras aplicaciones, pueden ser beneficiosas para personas afectadas por enfermedades cutáneas como la psoriasis. Hoy hablamos sobre esta afección y cómo el agua termal puede ser una herramienta idónea, complementaria a otros tratamientos, para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel ocasionada por una alteración del sistema inmunitario, aunque también puede llevar a afectar a las articulaciones. Se puede manifestar en cualquier parte del cuerpo en forma de lesiones enrojecidas y cubiertas de escamas blanquecinas, que provocan picor, escozor, sangrado e incluso dolor. No es una patología infecciosa, por lo que no puede contagiarse.

La forma más común es la psoriasis en placas, que se caracteriza por la aparición de placas rojas, engrosadas y cubiertas por escamas en los codos, las rodillas, el cuero cabelludo y la zona lumbar. Otra variante es la psoriasis guttata, que suele afectar a niños y adultos jóvenes. En este caso, las lesiones son pequeñas, en forma de gotas, y se distribuyen por el tronco y las extremidades. La psoriasis pustulosa es menos frecuente pero más agresiva y se caracteriza por la presencia de pústulas sobre áreas enrojecidas de la piel.  En los pliegues corporales, como las axilas, las ingles, debajo de las mamas o entre los glúteos, puede aparecer la psoriasis inversa o flexural, que cuenta con lesiones rojas, brillantes y con poca descamación debido a la humedad del área. Una de las formas más graves es la psoriasis eritrodérmica, que afecta grandes extensiones de la piel. La psoriasis ungueal, que afecta las uñas de manos y pies, puede presentarse sola o acompañar a otros tipos. Por su parte, la psoriasis del cuero cabelludo es muy común y, en ocasiones, se confunde con la caspa severa. Finalmente, la psoriasis artropática o artritis psoriásica es una manifestación que afecta las articulaciones y tejidos periarticulares, que uede producir dolor, rigidez y tumefacción, afectando los dedos, las muñecas, las rodillas o la columna. 

Principales tratamientos y ayudas complementarias: el alivio del agua termal

Aunque la psoriasis no tiene una cura definitiva, actualmente existen múltiples tratamientos que permiten controlar los brotes, reducir la inflamación y mejorar la apariencia de la piel. La elección del tratamiento depende del tipo de psoriasis, su gravedad y la extensión de las lesiones. 

Los tratamientos pueden ser tópicos, si se aplican directamente sobre las lesiones cutáneas y son la primera línea terapéutica en los casos leves o localizados. También se puede tratar con fototerapia, que consiste en exponer la piel a la luz ultravioleta (UV), bajo supervisión médica. Puede realizarse en clínicas dermatológicas mediante equipos especiales que emiten UVB de banda estrecha o PUVA (combinación de psoralenos y luz UVA). Además, cuando la psoriasis es moderada o grave, o no responde a los tratamientos tópicos o a la fototerapia, el médico puede indicar tratamientos sistémicos, que actúan desde dentro del organismo. Por último, estarían los fármacos biológicos, que se administran por vía subcutánea o intravenosa y están diseñados para bloquear moléculas específicas implicadas en la inflamación.

Además del tratamiento médico, es importante adoptar hábitos saludables que ayuden a controlar los brotes y mejorar el bienestar general. Además de mantener la piel hidratada, una dieta equilibrada, protegernos del frío extremo o del sol intenso, así como evitar el estrés y cumplir los controles médicos periódicos, también se encuentra la aplicación de agua termal. 

El agua termal proviene de manantiales subterráneos ricos en minerales y oligoelementos como selenio, zinc, magnesio, calcio o sílice. Estos componentes le otorgan propiedades antiinflamatorias, calmantes y antioxidantes, que pueden beneficiar la piel afectada por psoriasis, especialmente cuando se encuentra irritada o sensible. Su aplicación regular o acudir a centros termales ayuda a hidratar, suavizar y calmar las zonas inflamadas, además de favorecer la reparación cutánea. En definitiva, algunos de sus beneficios son:

  1. Calma el picor y la irritación: alivia la sensación de ardor y picazón, uno de los síntomas más molestos durante los brotes.
  2. Hidrata y protege la piel: contribuye a mantener la barrera cutánea y a evitar la sequedad excesiva.
  3. Reduce la inflamación y el enrojecimiento: gracias a su composición mineral, ayuda a disminuir la reactividad de la piel.
  4. Favorece la regeneración cutánea: promueve la reparación natural de la piel dañada o descamada.
  5. Complementa otros tratamientos: puede disminuir la irritación causada por medicamentos tópicos o por sesiones de fototerapia.

Aunque, eso sí, es importante recordar que el agua termal no sustituye el tratamiento médico de la psoriasis, ya que no actúa sobre la causa inmunológica de la enfermedad, pero sí puede mejorar el confort cutáneo, aliviar síntomas y favorecer la adherencia al tratamiento principal.

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