Octubre y los primeros días de lluvia ya han entrado de lleno en nuestros hogares. Muchos de nosotros hemos retomado nuestras rutinas después de unas merecidas vacaciones de última hora y, oficialmente y por mucho que nos pese, hemos dejado aparcadas las toallas de la playa, las horas de calor y las sombrillas hasta la próxima temporada. 

Es innegable que con las rutinas de trabajo o de clase, nos volvemos a someter al ritmo ajetreado que tanto estrés nos acostumbra generar. Sin embargo, existen prácticas que nos ayudarán a estar más en calma con nosotros mismos, a pesar del ritmo vertiginoso de la cotidianidad. 

El mindfulness (o atención plena) es una práctica de meditación centrada en la aceptación del presente a través de la observación de nuestro cuerpo, nuestra respiración, nuestros pensamientos y emociones. En definitiva, es el ejercicio que nos ayuda a disfrutar del momento, eso que a veces tanto se nos complica debido a la rutina. Y, a pesar de lo que se pueda creer, meditar no consiste en dejar la mente en blanco. Todo lo contrario: consiste en respirar, visualizar, observar y relajarse. ¡Hagamos un repaso por todos los beneficios de esta práctica para mente y cuerpo!

 

  • Ayuda a combatir el estrés, ansiedad y depresión. Si solemos estar nerviosos o tenemos problemas de ansiedad o depresión, puede ser un gran aliado en nuestra vida.
  • Mayor concentración y creatividad. Con esta práctica, aprenderemos a estar más atentos, concentrados y a pensar más rápido cuando tengamos que llevar a cabo una actividad difícil, así como dejar de estar encorsetados en determinados pensamientos y desarrollar plenamente nuestra faceta más creativa.
  • Presión arterial. La meditación también puede manifestar beneficios físicos. Esta práctica puede tener su reflejo en la salud de nuestro corazón y regular la presión sanguínea.
  • Fortalece el sistema inmunológico. Algunos estudios han revelado que las personas que practican mindfulness pueden desarrollar más anticuerpos frente a afecciones como la gripe que las personas que no realizan ningún tipo de meditación.

 

Si ya te has decidido a comenzar a practicar mindfulness, mientras seas principiante, necesitarás alguien que te guíe y te paute las respiraciones y movimientos. Además, si tienes la oportunidad, únete a un grupo de práctica. Será una experiencia enriquecedora en la que podréis compartir experiencias y crear comunidad.

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